Nadie esperará,
hablar con el icono
despojando tu memoria,
cuando ya nada te falte
por el arcillado suelo,
andarás con la tea en la mano,
cuando la lluvia arrecie
en tu piel no habrá frío,
cuando tu cuerpo sea devorado
aún las entrañas de tu mente no,
amagaras la noche y el hielo
vendrá en agua a tus pies,
de pie al amanecer siempre,
desde el sótano que niega la figura,
y los ríos entre las rejas de huesos,
de medusas tus plantas,
nadie espera,
es lobo en el aullido del risco,
y cada encuentro nuevo,
cada viaje una aventura,
desoyendo los alientos de
la noche insurgente,
no mirare tus ojos
cuando esté frente a ti,
dirás -que pobre hombre pequeño-
no mirare tus ojos,
quiero estar para verlos,
no dejaré que me calcinen,
no destruiré el acabado
y volver a su lugar vacío,
nadie esperará,
hablara fuerte sin voz,
todo viene en egreso,
acometido en la luz
de un día hasta morir
en la noche un sueño.
Abraham Guevara.
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