Acuérdate, pasa fugaz el humo,
acuerdo
esconder mi boca,
cierro y abro los
tendones,
el malestar pasajero molesta
en su momento, nada se evita,
volver adormilado, aguas claras,
el malestar pasajero molesta
en su momento, nada se evita,
volver adormilado, aguas claras,
Quietos los inocentes,
ellos no vieron
llegar el fuego,
y tú casa bien y
la cuidas,
mi bandera donde
la pongo,
no voy a las
olimpiadas,
y la escuela,
primero donde
hacerla, y los
cultivos a donde,
la nacionalidad henchido orgullo,
avaricia un toque
explotado en
la médula humana,
un casa grande,
fragmentada por
individuos, una
herida en el sur
que sangra en
el norte, una
llama que arde en
el oriente y
quema en occidente,
un bosque que la avaricia
cercena y luego
loco el clima,
locos sueltos y
todos observando,
en nombre de tu
nombre,
querido pueblo,
éste es lo mejor
para ti, que es
lo mejor para mi,
enjaulada
enfermedad, que al
hombre inyecta
inmortalidad,
Morimos cada día, dejando en
sus casas a los
muertos,
regresamos
sollozos a seguir
el camino,
necesidades arbitrarias,
te necesito bajo
éste yugo, me
necesitas, porque
si no te mueres
de hambre, como
en la calle
de las puertas
cerradas,
cierta tarde cayó un hombre de
un árbol, desde
que lo hizo pasó
dos horas y media
desangrándose,
hasta que una
robusta mujer,
al despertarse de
la siesta y al
abrir la puerta
de su casa lo divisó,
ella lo levantó
ante las miradas
curiosas, así
funcionaba esa calle,
Es un foco rojo, él se enciende
para otros, nunca
podrá ser para
mi, pensaría yo,
me supongo que
estoy equivocado,
a veces no hay
necesidad de
apagar la casa que
se incendia,
pensando en la tuya
que cerca está,
urgencias de otra
naturaleza llaman
al hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario